El sector de la gestión de activos desempeña un papel clave frente a la emergencia climática que encara la humanidad. Hablamos con Emma Haziza, doctora en Hidrología por la Escuela Superior de Minas de París (MINES ParisTech), así como Fundadora y Presidenta de Mayane; y con Rick Stathers, Especialista en Clima de Aviva Investors, para descubrir cómo pueden contribuir los gestores de activos a los esfuerzos de transición climática de las empresas.
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¿A qué responde la urgencia para actuar frente a los riesgos climáticos?
Rick Stathers: «En el Acuerdo de París de 2015 se pretendía limitar el aumento medio de las temperaturas a 1,5°C sobre los niveles preindustriales para 2100. Cuatro años después, tenemos que reconocer que apenas queda margen de maniobra. Si pretendemos alcanzar este objetivo, el presupuesto de emisiones de CO2 con el que contamos es de 420 gigatoneladas. Sin embargo, y en vista del ritmo actual de emisiones, este presupuesto se habrá agotado en 10 años. Esto implica que, para albergar alguna esperanza de lograr este objetivo, las emisiones deben reducirse a la mitad cada década, o lo que es lo mismo, recortarse un 7% cada año. Dadas las políticas de mitigación impuestas hasta ahora y el limitado potencial de la tecnología para capturar CO2, esto es mucho pedir».
Emma Haziza: «Es difícil predecir las consecuencias de las diferentes proyecciones científicas sobre nuestro medioambiente y nuestras formas de vida, ya que vivimos en un mundo complejo y globalizado en el que es posible que haya varias repercusiones. Sin embargo, sea cual sea el escenario, es importante comprender que un aumento medio de las temperaturas para 2100 no se limita exclusivamente a la noción de "calentamiento" del clima. La acumulación de gases de efecto invernadero (GEI) desde el siglo pasado, con una concentración de CO2 de más de 400 partes por millón en la atmósfera terrestre —el nivel más alto en entre 3 y 5 millones de años—, es la causa de un "cambio" climático que va mucho más allá del "calentamiento". No obstante, esta terminología se sigue empleando de forma imprecisa, lo que probablemente contribuya al escepticismo en torno al clima».
¿Cómo se manifiesta el cambio climático?
Emma Haziza: «La comprensión del cambio climático implica reconocer que actualmente vivimos en un mundo inestable con fenómenos meteorológicos más extremos y difíciles de predecir. Las masas de aire serán más calientes en algunos lugares, pero también más frías en otros. La frecuencia de las precipitaciones será menor, pero serán más intensas, por lo que el riesgo de inundaciones será mayor. Por su parte, aumentará la frecuencia de las sequías, lo que acarreará consecuencias devastadoras para la agricultura, así como para el suministro de agua potable. Este verano, el suministro de agua en algunas ciudades de Francia se realizó mediante camiones cisterna, algo inconcebible hace apenas dos o tres años. En el norte de Europa, las olas de calor azotan con mayor frecuencia y, en ocasiones, se adelantan a finales de la primavera. Dado que vivimos en zonas altamente urbanizadas, transformadas por la actividad humana, urge que nos preguntemos si nuestros hogares y la estructura económica están adaptados a este cambio climático».
¿Las empresas están experimentando ya las consecuencias?
Rick Stathers: «Por supuesto. Contamos con numerosos casos. En Alemania, por ejemplo, el tráfico en el Rin se paralizó en el verano de 2017 por el bajo nivel de su caudal. Esta ruta es vital para la industria dedicada al suministro de productos terminados y materias primas en la cuenca del Rin. Asimismo, la producción de las centrales nucleares en Francia se detuvo este verano durante varios días porque era imposible bombear agua suficiente para refrigerar los reactores. Esto podría haber perjudicado a las redes eléctricas. Ningún sector se librará de los efectos del cambio climático. A las empresas no les queda otra que adaptarse».
La idea de la "adaptación" es bastante recurrente, ¿es que la mitigación no es suficiente?
Emma Haziza: «Si la emisión de gases de efecto invernadero se detuviera hoy mismo, los resultados no serían patentes hasta dentro de 30 años. Por lo tanto, no nos queda otra alternativa que adaptarnos al cambio climático provocado por las emisiones del pasado. Esto lleva a preguntarse en qué medida resistiremos a fenómenos meteorológicos más frecuentes y más extremos, esto es, cuál será nuestra capacidad para recuperarnos y mitigar sus efectos adversos. Aparte de planificar el futuro para 2100, urge que desarrollemos soluciones de adaptación para gestionar el inevitable fenómeno que representa el cambio climático. Sin embargo, por el momento, las soluciones de adaptación son las grandes olvidadas en las políticas implantadas para actuar sobre los riesgos climáticos. La mayoría de estas políticas aún tienen como objetivo reducir la emisión de GEI».
Rick Stathers: «La inversión en soluciones de adaptación sigue siendo muy reducida. Según la Comisión Global de Adaptación1, este tipo de inversiones es 20 veces inferior a la inversión destinada a reducir las emisiones de GEI. Por su parte, los desastres naturales propiciados por factores climáticos provocan miles de pérdidas humanas e ingentes costes cada año. Solo en 2017, estos costes se valoraron en 320.000 millones de USD2. Tanto en lo que respecta a las soluciones de mitigación como las de adaptación, todos los estudios muestran que emprender acciones tempranas resulta altamente rentable. La Comisión Global de Adaptación considera que una inversión de 1.800.000 millones de USD en medidas de adaptación entre los años 2020 y 2030 centrada en cinco áreas —sistemas de alertas avanzados, adaptación de infraestructuras, mejoras agrícolas, protección de manglares y protección de recursos hídricos— podría generar un beneficio neto de 7.100.000 millones de USD».
¿El desarrollo de soluciones de adaptación debería coordinarse a nivel internacional?
Emma Haziza: «Me gustaría recuperar una frase del Informe Brundtland3 de 1987, en el que apareció por primera vez el término "desarrollo sostenible": "la Tierra es una, pero el mundo no". Para que sean efectivas, las soluciones de adaptación deben ser concretas y aplicables a nivel local, dado que las manifestaciones del cambio climático afectan a cada sociedad y región de forma distinta en todo el mundo. Además, el riesgo climático revela la vulnerabilidad de las regiones. Por lo tanto, la gestión del riesgo climático exige un profundo conocimiento geológico a nivel local, así como capacidad para valorar las problemáticas económicas y sociales y para aprender de la experiencia pasada. Las regiones del futuro que sean capaces de recuperarse seguirán expuestas a fenómenos climáticos extremos, pero estarán adaptadas gracias a sistemas de alertas fiables que permitirán a la población prever y reducir los daños. En el sur de Francia, ciudades como Nimes, que afrontan riesgos de inundación, están desarrollando soluciones para alertar a la población y aprovechan su conocimiento de los desastres del pasado para adaptar su entorno».
¿La adaptación al cambio climático podría también alumbrar nuevos mercados?
Emma Haziza: «La adaptación efectiva requiere desarrollar nuevos procesos tecnológicos y, por tanto, la creación de nuevos bienes y servicios. Actualmente, existen numerosas oportunidades de crecimiento, por ejemplo, entre las empresas de construcción, en aquellas que desarrollan soluciones destinadas a mejorar la eficiencia energética de viviendas y transportes, empresas que optimizan la gestión del agua potable y los sistemas de riego, e incluso empresas que participan en la ordenación de zonas costeras para hacer frente al aumento del nivel del mar. La adaptación de las partes interesadas a nivel privado, tanto empresas como hogares, junto con un cambio de comportamiento hacia un consumo y un estilo de vida más saludables y menos dependientes del carbono será primordial en la mejora de la resiliencia de nuestras sociedades frente al cambio climático».
En este contexto, ¿cuál es la función de un especialista en clima y su equipo con respecto a un gestor de activos como Aviva, que busca acelerar la redistribución de capital hacia empresas sostenibles?
Rick Stathers: «Nuestra función comprende numerosos aspectos. En primer lugar, estamos atentos a las investigaciones científicas acerca de la evolución del clima y las convertimos en datos que nuestros equipos de gestión de carteras puedan utilizar. Además, ayudamos a los equipos en sus análisis de empresas; en concreto, evaluamos su exposición a los riesgos climáticos, los costes resultantes y los recursos que dedican a la adaptación.
El objetivo es permitir a los equipos de gestión de carteras identificar aquellas empresas que ofrezcan soluciones destinadas a combatir la emergencia climática, así como dirigir la inversión hacia empresas que, aunque estén expuestas a riesgos climáticos, hayan optado por adaptar su modelo económico para garantizar su supervivencia en el nuevo entorno. Si lo consideramos necesario, colaboramos con empresas para ayudarlas a mejorar sus políticas en materia de gestión del riesgo climático. También trabajamos con el sector y otros actores para proseguir con la integración del reto climático en una práctica de inversión y unos servicios financieros más amplios. Por último, informamos en todo momento a nuestros clientes y otras partes interesadas acerca de las acciones que Aviva Investors y el grupo Aviva en general emprenden para combatir la emergencia climática y los resultados de su esfuerzo por atajar las consecuencias climáticas de sus inversiones».