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¿Marcará la COVID-19 un punto de inflexión para los factores ESG?

La COVID-19 ha arrojado nueva luz sobre la interdependencia entre los ecosistemas humanos y naturales, así como sobre los puntos más vulnerables de un mundo estrechamente interconectado. Los especialistas en inversiones responsables de Aviva Investors se preguntan si esta situación supondrá un punto de inflexión para las cuestiones medioambientales, sociales y de gobernanza.

El brote de una pandemia a escala mundial suscita numerosos interrogantes de gran calado. Resulta imposible analizar la crisis sanitaria mundial y sus repercusiones sin tener en cuenta los factores medioambientales, sociales y de gobernanza (ESG).

Will COVID-19 prove a watershed for ESG?

No es posible responder a la gran cantidad de interrogantes medioambientales, sociales y de gobernanza que surgen de la COVID-19 cuando el debate está en sus inicios. No obstante, por el momento, analizamos si la COVID-19 acelerará o desacelerará los progresos y nos centramos en los componentes ESG. 

Criterios medioambientales: Sigue siendo el problema que todos se empeñan en ignorar 

Antes de la COVID-19, la Autoridad Europea de Seguros y Pensiones de Jubilación (EIOPA) ya tenía en su punto de mira los criterios ESG, una forma de “operativizar” el concepto de sostenibilidad.1 La pandemia ha intensificado su vigilancia.

“Lo que la COVID-19 ha puesto en evidencia es cómo una cuestión sanitaria y medioambiental puede convertirse en un profundo problema social con los consiguientes retos tangibles en materia de gobernanza, tanto para las empresas como para los países”, señala Steve Waygood, director general de inversiones de Aviva Investors. “Muestra cómo dichos desafíos no respetan las fronteras nacionales. Es una prueba de estrés ESG para la economía global”.

Los orígenes de la COVID-19 son objeto de un feroz debate. Forma parte de un creciente grupo de enfermedades zoonóticas (condiciones transmitidas por los animales a las personas) que han surgido como consecuencia del contacto estrecho de los seres humanos con otras formas de vida.

“La inexorable incursión de los sistemas humanos en lo que queda del entorno natural está forzando a los animales salvajes a un contacto cada vez más estrecho con el ser humano y, por lo tanto, a que nos veamos expuestos a los virus y enfermedades que estos animales pueden transmitir”, explica Rick Stathers, analista sénior de ESG y especialista en clima de Aviva Investors. “Pero con tan solo el 23 % de la masa terrestre mundial en condiciones naturales, y solo el 5 % de la biomasa animal en estado salvaje (el 95 % son humanos o animales domesticados), a estas especies cada vez les queda menos espacio donde refugiarse”.

En la primera fase de la respuesta a la COVID-19, muy pocos gobiernos han aprovechado la oportunidad de dar un giro hacia una recuperación más ecológica con carácter inmediato. La primera ola ha incluido el apoyo a los sectores intensivos en carbono. “Los gobiernos deben velar por que volvamos a construir mejor tras esta crisis” afirma Waygood. “Por ejemplo, el rescate de los sectores intensivos en energía, como el petróleo y el gas, los automóviles, los productos químicos y las líneas aéreas, debería estar condicionado a un compromiso de transición hacia un futuro con menos emisiones de carbono”.

Tras haber reducido la lista de prioridades de los responsables políticos y las empresas de momento, la cuestión es si los órganos decisorios darán prioridad a las iniciativas sostenibles cuando las economías entren en la fase de recuperación.

Criterios sociales: Rumbo a un capitalismo más inclusivo

En lo que respecta a las consideraciones sociales, el arraigado debate sobre el objetivo de una empresa se ha visto reavivado por la COVID-19. ¿Para qué sirven las empresas? ¿Solo sirven para generar beneficios, pagar impuestos y, finalmente, distribuir el beneficio a los accionistas, como sugirió Milton Friedman?2 ¿O deberían perseguir objetivos más elevados, como servir o incluso mejorar la sociedad?

Durante la crisis, la colaboración ha sido el lema por excelencia. En el sector farmacéutico, se han aunado los recursos públicos y privados para tratar de encontrar posibles vacunas, probarlas y comercializarlas lo antes posible. Entre las declaraciones corporativas destacadas cabe destacar la de la directora general de GlaxoSmithKline, Emma Warmsley, que figura entre las mujeres mejor pagadas del FTSE 100, en la que afirma que la empresa “no espera beneficiarse” de una serie de colaboraciones durante la pandemia.3 El propósito es reinvertir cualquier beneficio a corto plazo en actividades de investigación y de tratamiento dirigidas a la población más pobre del mundo.

En última instancia, acciones como esta podrían hacer que la industria farmacéutica separara las actividades de alto rendimiento social pero de bajo rendimiento comercial de su actividad mercantil global. “Actualmente, el componente comercial y no comercial forman una única entidad”, señala Mirza Baig, director global de gobierno corporativo de Aviva Investors. “El actual enfoque agregado conlleva que las unidades de bajo rendimiento actúen como un lastre en los márgenes del grupo y, en última instancia, en las valoraciones”.

El debate sobre la contribución de los bancos, que pueden desempeñar un papel vital de servicio público mediante su capacidad para mantener la liquidez y la solvencia de las empresas, también es complejo. En esta ocasión, los reguladores del Reino Unido y Europa han buscado congelar los dividendos y los reembolsos de acciones para apuntalar el capital. (No ocurre lo mismo en Estados Unidos). Si bien estas medidas mejoran la capacidad de los bancos para sustentar el sistema financiero, repercuten en gran medida en los fondos de pensiones y en otras instancias que buscan ingresos a largo plazo. Detener el flujo (45.000 millones de euros de dividendos correspondientes a 2019 no abonados hasta ahora por los bancos europeos4) será doloroso para algunos.            

Antes de la COVID-19, algunos bancos ya habían lanzado campañas y estrategias basadas en el objetivo corporativo y el capitalismo de los grupos de interés. En resumen, una consecuencia de la COVID-19 es que la “S” de ESG finalmente está recibiendo la atención que merece.

Criterios de gobernanza: La gestión durante la crisis

Cuando nos encontramos en el ojo del huracán, las cuestiones de gobernanza son fundamentales. ¿Cómo tratan las empresas a sus empleados? Si en una línea aérea viaja una persona infectada con la COVID-19, ¿qué riesgo se espera razonablemente que corra el personal de limpieza?5 ¿Qué responsabilidades asumen las empresas transformadoras de alimentos con respecto a sus envasadores6 o las empresas de cumplimiento con respecto a sus seleccionadores de valores?7Y, ¿cuáles podrían ser las consecuencias para la reputación y los daños legales de las empresas que no hagan frente a los riesgos? Las acciones industriales ya han puesto de manifiesto los puntos de presión, cuando los trabajadores de la alimentación y la salud de Estados Unidos abandonan sus puestos o se unen a los piquetes de “distancia de seguridad”.8

“Los trabajadores clave que están en primera línea, sin abandonar sus puestos de trabajo, desempeñan en su mayoría funciones con salarios relativamente más bajos”, asegura Baig. “Con suerte, al salir de la crisis de la COVID-19, se abrirá un periodo de reflexión acerca de cómo atribuir valor a las contribuciones económicas y sociales de una persona y, a su vez, cómo determinar una remuneración justa”.

Al observar la cima de la jerarquía de la empresa se observa una marcada discrepancia en la respuesta que se refleja en la remuneración de los directivos. “En el FTSE 100, por ejemplo, las medidas van desde la cancelación de todas las formas de remuneración (sin salario, sin bonificación, sin adjudicación de acciones), hasta la mera dilación del aumento de salarios y bonificaciones, mientras que en otros casos se ha considerado oportuno no adoptar ninguna medida”, añade Baig.

“Estamos estudiando la posibilidad de cotejar estos datos con los de aquellas empresas que cuentan con personal en excedencia, empresas que han anulado sus dividendos y empresas que han solicitado ayuda estatal. Cuando todas esas dinámicas entren en juego, los accionistas empezarán a formarse una opinión sobre quiénes fueron realmente los protagonistas de la crisis y quiénes no”.

Cabe destacar que las consecuencias financieras para las empresas que, supuestamente, se han quedado cortas a la hora de gestionarse, incluida la forma en que abordan las cuestiones fiscales, han sido importantes. A modo de ejemplo, el reconocimiento de que la línea de cruceros de Carnival estaba pagando un tipo reducido de un dígito en Estados Unidos le impidió recibir ayuda estatal, lo que le obligó a buscar otras formas de financiación más costosas.9

Las empresas controladas o vinculadas a personas de éxito notorio que han solicitado ayuda estatal han recibido una desagradable respuesta negativa.10 Esta cuestión incide en debates más amplios sobre la desigualdad, la forma en que se distribuyen los beneficios y si la sociedad está estructurada para tener en cuenta las necesidades de unos y otros.

¿Qué significa para quien busque empresas ganadoras? Básicamente, lo que la COVID-19 ha logrado es resaltar la importancia de una buena gobernanza. Ha establecido una clara distinción entre aquellas empresas que entienden los riesgos importantes y adoptan las medidas adecuadas para reducirlos, y aquellas que se quedan cortas en ambos aspectos. 

¿Un momento decisivo?

El tiempo dirá si la COVID-19 marca un punto de inflexión para los factores ESG. Sobre la base de lo que hemos visto hasta ahora, la respuesta parece ser un “sí” matizado. La actual situación de crisis ha aumentado la importancia de la medición de los factores ESG, y constituye una poderosa evidencia de la importancia de un enfoque holístico del riesgo de las inversiones.

“Aquellos que se resisten al cambio o buscan una excusa tienen a la COVID-19 para esconderse detrás”, opina Baig. “En el caso de aquellos que tengan un punto de vista más progresista, seguramente habrán adquirido una mayor conciencia de los costes sociales y financieros vinculados a la naturaleza sistémica de los aspectos relacionados con la “E” y la “S” que es necesario abordar. Por supuesto, a corto plazo surgirán intereses contrapuestos. Pero a más largo plazo, esperamos que esta experiencia impulse el compromiso de todo el mundo para enfrentarse a ellos”.  

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