Lea este artículo para comprender:
- Los motivos por los que ciertos analistas creen que la guerra en Ucrania es el conflicto internacional más peligroso desde la crisis de los misiles de Cuba
- Las repercusiones del conflicto sobre la globalización
- Las implicaciones del aumento del riesgo geopolítico para los mercados financieros
La caída de la Unión Soviética marcó el fin de la Guerra Fría y la mayor parte de Occidente la vio como una oportunidad para forjar una relación más constructiva con Rusia. Más de 30 años después, esas esperanzas se han visto gravemente dañadas.
“(El presidente ruso Vladimir) Putin supo prever las consecuencias de diversos acontecimientos: la presidencia de Trump, la inestabilidad y el auge del nacionalismo en Europa, y la caótica retirada de tropas estadounidenses de Afganistán. Así, concluyó que Occidente estaba debilitado y desmoralizado”, afirma Sir Dominic Asquith de Macro Advisory Partners, una consultora de geopolítica y mercados.
¿Un grave error?
A pesar de todo, las previsiones de Putin podrían ser erróneas, ya que la invasión de Ucrania ha perjudicado a Rusia de varias formas. Desde un punto de vista militar, la firme resistencia ucraniana ha provocado una ralentización del avance de las tropas rusas y un número de bajas superior a sus posibles estimaciones.
Al mismo tiempo, la invasión ha desencadenado la respuesta coordinada de Occidente. Los países han impuesto severas sanciones que han paralizado la economía rusa; han enviado ingentes cantidades de refuerzos militares y humanitarios a Ucrania, y se han comprometido a aumentar su propio gasto en defensa. Pese a las amenazas de Putin, tanto Finlandia como Suecia podrían unirse a la OTAN este mismo verano, según un informe de prensa del Reino Unido1.
Algunos expertos en política interior, como el prestigioso académico estadounidense especializado en relaciones internacionales, John Mearsheimer, afirman que la guerra en Ucrania es el conflicto internacional más peligroso desde la crisis de los misiles de Cuba de 1962.
Una ola de frío
Independientemente del resultado de los acontecimientos en Ucrania, algunos analistas afirman que el mundo se dirige hacia una nueva Guerra Fría con implicaciones trascendentales.
Sin embargo, dado que la división ideológica entre Rusia y Occidente no está tan marcada como la que caracterizó a la Guerra Fría original, y puesto que Putin seguramente no intentará invadir otros países, sobre todo tras la problemática derivada del conflicto en Ucrania, otros expertos creen que estas afirmaciones son infundadas.
Si bien existe cierta dimensión ideológica en los sucesos actuales, esta se diferencia bastante de lo que imperó durante la Guerra Fría
El Dr. Luca Tardelli, profesor asistente de relaciones internacionales en la London School of Economics, coincide en que sería un error considerar el potencial resultado del conflicto como una nueva Guerra Fría; en parte, porque la denominación original ya inducía a confusión.
“Aunque en Europa no hubiese enfrentamientos directos, el resto del mundo sí sufrió las consecuencias de este conflicto. En cualquier caso, si bien existe cierta dimensión ideológica en los sucesos actuales, esta se diferencia bastante de lo que imperó durante la Guerra Fría”, explica.
No obstante, Tardelli, al igual que Asquith, cree que Rusia se verá aislada de Occidente, económica y políticamente, durante algún tiempo, incluso si se eliminan algunas de las sanciones más severas cuando finalmente se restablezca la paz.
Una amistad sin límites
Moscú y Beijing, unidas por su aversión a la hegemonía estadounidense, han pasado los últimos años estrechando sus lazos. Este proceso culminó en febrero con una declaración de 5000 palabras en la que Putin y su homólogo chino, Xi Jinping, aseveraron que la amistad entre sus países era un vínculo “sin límites”; además, Xi declaró que “no vacilaría” a la hora de mantener esta asociación2.
Beijing y Moscú afirman que colaborarán con otros países para promover la “democracia genuina”
De este modo, por primera vez, China se unió explícitamente a Rusia para oponerse a una mayor expansión de la OTAN, mientras que ambos países denunciaron la estrategia sobre el Indopacífico de Washington y su nueva alianza militar con Australia y el Reino Unido, AUKUS. Las dos naciones también describieron a Taiwán como “una parte inalienable del territorio chino”.
Beijing y Moscú afirman que colaborarán con otros países para promover la “democracia genuina” y contrarrestar la ideología y las instituciones estadounidenses. Incluso si sus potenciales aliados no quedan claros, algunos han concluido que es muy probable que se produzca un reajuste del orden mundial.
Otros, no obstante, no tienen tan claro que el mundo esté a punto de dividirse en dos bloques militares y económicos opuestos. En opinión de Asquith, si bien el mundo se fragmentará cada vez más, seguirá siendo interdependiente “en términos humanos, financieros, tecnológicos, informativos, climáticos, entre muchos otros”.
Una alianza precaria
Cuando más se prolonga el conflicto, mayor es el riesgo de que la balanza se incline en la dirección opuesta. Además, las dos naciones son aliados precarios, unidos por un pacto de conveniencia que Rusia necesita más.
A China no le interesa que la India cuente con suministro militar suficiente, pero Rusia quiere venderle armas
“Si observamos la India, está claro que a China no le interesa que cuenten con suministro militar suficiente, pero Rusia quiere venderle armas; por su parte, a Rusia le preocupa la creciente influencia de China en los Estados de Asia Central, como Kurdistán y Kirguistán. Como estos territorios también formaban parte de su antiguo imperio, Moscú no vería con buenos ojos que China los dominara; su descontento sería equiparable al que ha desencadenado los acontecimientos actuales en Ucrania”, reflexiona Parton, un exdiplomático que pasó 22 años trabajando en China, Hong Kong y Taiwán, o realizando labores relacionadas con dichos territorios, que asesora a los legisladores del Reino Unido.
Además, EE. UU. y sus aliados europeos pueden haber mostrado un propósito renovado al fortalecer su compromiso de defender las democracias y desafiar la expansión del autoritarismo, pero la guerra en Ucrania complica las cosas, ya que se desvían la atención y, potencialmente, los recursos de Asia.
“Esto muestra que EE. UU. tiene demasiado entre manos como para reducir el papel que juega en Europa, mucho menos para abandonarlo. Además, para competir con China, debe contar con una posición eminentemente predominante en Europa; de lo contrario, China ganará influencia”, opina Tardelli, cuya investigación se centra en la seguridad internacional, la intervención militar y la política exterior de EE. UU.
Divisiones globales
Si bien la amenaza potencial de Rusia y China puede haber causado la asociación de todos los países de Europa con EE. UU., el panorama global dista de ser uniforme. Unas 35 naciones, principalmente en África y Asia, se abstuvieron en la votación de la ONU que tuvo lugar el 2 de marzo para condenar la invasión rusa de Ucrania3.
Como refuerzo de la noción de Asquith de un mundo más fragmentado, cabe destacar que Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos se negaron a recibir llamadas de Biden en marzo, cuando este trató de persuadir a dos antiguos aliados de EE. UU. para extraer más petróleo4.
Si bien los países occidentales redujeron drásticamente el gasto en defensa tras el final de la Guerra Fría, como se puede observar en la Figura 1, esta tendencia se está revirtiendo actualmente.
Figura 1: Gasto en defensa como porcentaje del PIB
Fuente: Banco Mundial. Datos a 20 de marzo de 2020
La presión sobre el aumento del gasto en defensa difícilmente podría haber llegado en un peor momento, dada la medida en que los presupuestos gubernamentales se han visto mermados a causa de la COVID-19 y habida cuenta de las demandas contrapuestas de gasto adicional en otras áreas, como la atención sanitaria y la transición energética.
Una ofensiva energética
Ian Pizer, responsable de fondos multiestrategia de Aviva Investors, afirma que el riesgo de una disrupción continua en los mercados de materias primas significa que los problemas económicos podrían empeorar significativamente, especialmente si Occidente o Rusia optaran por usar la energía como arma.
Una interrupción temporal del suministro de gas durante uno o dos días podría generar pánico y provocar una incertidumbre continua, incluso tras reanudar el servicio
“Existe una singular interdependencia. Cuanto más se prolongue la situación, mayor será la posibilidad de que una parte considere que le conviene interrumpir la política comercial con la otra parte. Conforme nos aceramos al verano, Putin tiene menos control, pero eso cambia si el conflicto se alarga hacia el invierno. Incluso una interrupción temporal del suministro de gas durante uno o dos días podría generar pánico y provocar una incertidumbre continua, incluso tras reanudar el servicio”, explica.
Es probable que la guerra en Ucrania provoque un cambio radical en el análisis de costes-beneficios para la gran mayoría de empresas que en los últimos años han dependido de las transacciones comerciales con regímenes autoritarios.
BP ha puesto a la venta su participación de casi el 20 % en Rosneft, mientras que sus competidores, ExxonMobil, Shell y la empresa noruega Equinor, también están abandonando todas sus operaciones en Rusia. Aunque se rumorea que los inversores chinos planean comprar estos y otros activos rusos a precios desorbitados, el peligro es que el Gobierno ruso simplemente los expropie, poniendo en riesgo inversiones por valor de miles de millones de dólares.
Así como algunos consideran que el conflicto podría causar la creación de dos bloques militares opuestos, otros predicen que será otro clavo en el ataúd de la globalización económica.
Pizer afirma que la red de cadenas de suministro globales seguirá reconfigurándose conforme las empresas se alejen cada vez más del modelo puntual. Tales decisiones vendrán motivadas parcialmente por la forma en que los países decidan alinearse.
Sin embargo, existen límites que ralentizarían la velocidad a la que puede ocurrir esta desglobalización, dada la integración de las cadenas de suministro.
La guerra en Ucrania es tan solo la última manifestación de las crecientes tensiones geopolíticas
Con todo, en última instancia, la guerra en Ucrania es tan solo la última manifestación de las crecientes tensiones geopolíticas, una tendencia que ha resultado evidente durante varios años. Lo que no está tan claro es el desenlace de estos eventos y si causarán el tipo de cambios radicales que siguieron al fin de la Guerra Fría.
“Especular sobre lo que podría suceder durante el próximo año, o incluso a lo largo de la década venidera, es bastante quijotesco. Lo único de lo que realmente podemos estar seguros es de que las relaciones internacionales se volverán cada vez más complicadas y volátiles”, sentencia Asquith.