A medida que retomamos nuestras vidas con la COVID-19, el enfoque vuelve a centrarse en alcanzar una transición justa. Aunque este objetivo es importante para garantizar resultados de inversión a largo plazo, también ofrece oportunidades directas.
Lea este artículo para saber:
- Por qué reparar el tejido social es importante para los inversores
- Qué se necesita para revitalizar las comunidades
- Oportunidades y riesgos de la inversión en una transición justa
Vivimos en una época en la que personas de muchas sociedades distintas se sienten decepcionadas por el contrato social y la vida que este les ofrece. Esto sucede pese a los enormes avances materiales que se han venido sucediendo a lo largo de los últimos 50 años
Fuente: What we owe each other: A new social contract for a better society, 20211
Antes de que se desatara la pandemia de COVID-19, los legisladores y analistas económicos y políticos prestaban ya una creciente atención a las comunidades desiguales, que relegaban a ciertos de sus miembros a un segundo plano. A raíz de la crisis financiera global, se hizo más evidente cuántas economías servían a unos pocos en lugar de a la mayoría; por ello, los Gobiernos se vieron obligados a considerar formas de crecimiento más inclusivas.
“A menudo hablamos sobre cómo el crecimiento económico y el capitalismo han sacado a millones de personas de la pobreza en todo el mundo y cómo eso ha reducido la desigualdad a nivel mundial, pero la desigualdad en cada país ha ido aumentando año tras año; la revolución digital, la transición a la neutralidad en carbono y la pandemia solo conseguirán aumentar esta brecha”, reflexiona Vaidehee Sachdev, responsable del componente de personas y analista sénior de impacto en Aviva Investors.
“Con todo, una gran proporción de empresas no cumple con su responsabilidad social de actuar en beneficio de todos los interesados”, añade.
Fundamentales pero frágiles: el estado actual de las comunidades
Las comunidades resilientes refuerzan el contrato social (definido como un acuerdo que garantiza el mutuo beneficio entre un individuo o grupo, y el Gobierno o la comunidad en su conjunto)2 y, mediante el compromiso social y político de las personas, el Estado y los mercados se ven obligados a rendir cuentas, evitando que caigan en el autoritarismo y el nepotismo.3 También afrontan mejor las crisis.
Sin embargo, el tejido social se está deteriorando debido a grandes cambios que modifican su propia naturaleza.Las bases subyacentes de los contratos sociales son vestigios de una época pasada; cuando las familias tenían un único sostén masculino, las mujeres cuidaban de los jóvenes y ancianos, las personas se casaban de por vida y pocas tenían hijos fuera del matrimonio, las habilidades aprendidas en la escuela servían para toda la vida, los trabajadores tenían pocos empleadores a lo largo de su carrera y la mayoría disfrutaba de tan solo unos pocos años de jubilación. Estas bases han perdido toda su relevancia en el presente.4
En el centro de la pérdida comunitaria se sitúa la economía. A partir de la década de 1990, los empleos de salario medio desaparecieron en favor de ocupaciones especializadas remuneradas con nóminas elevadas y trabajos de escasa cualificación a cambio de contraprestaciones de menor cuantía. Paralelamente, se introdujo el trabajo flexible de la economía bajo demanda o “gig economy”, que a menudo no brinda derechos básicos, como un salario digno o prestaciones por enfermedad (ver Tough gig).5
La Figura 1 muestra que, entre la caída del Muro de Berlín y la crisis financiera global del 2008, el grupo que experimentó las mayores pérdidas de ingresos fue la clase media-baja en muchas economías avanzadas, que se ubica entre los deciles 70 y 90 de la renta mundial.6
Figura 1: Distribución de la renta mundial, 1988-2008 (paridad de poder adquisitivo en USD de 2005)

Fuente: Banco Mundial, diciembre de 20137
Como resultado, algunas comunidades en países desarrollados han experimentado grandes pérdidas de empleo. Los efectos han sido particularmente devastadores en áreas dominadas por uno o dos grandes empleadores locales que cerraron o cuya producción se trasladó al extranjero.
No obstante, incluso las comunidades urbanas se han visto afectadas a medida que las áreas se han ido segregando paulatinamente en función de los niveles de renta.
“Parte del desafío es que todos estos problemas están interrelacionados”, explica Andrew Carter, director ejecutivo del Centre for Cities, un grupo de expertos centrado en las economías de los pueblos y ciudades más grandes del Reino Unido. “Se retroalimentan en un círculo vicioso descendente, iniciado por cambios negativos en la fortuna económica de los lugares. Sin economías con un rendimiento razonable y sin una cantidad decente de puestos de trabajo, incluidos los bien remunerados con oportunidades de ascenso, nuestra capacidad para afrontar los problemas sociales y comunitarios en lugares con dificultades se verá significativamente limitada”.
Por qué es un tema importante para los inversores
“El impacto social del comportamiento corporativo ha sido uno de los grandes puntos débiles del sector financiero”, afirma Sachdev. “Esto ha sido así pese al daño bien documentado que los impactos sociales negativos pueden acarrear a nivel empresarial y macroeconómico”.
A su juicio, la dimensión financiera de los problemas sociales aún se cuestiona; en gran parte porque los beneficios financieros de invertir de un “modo socialmente sostenible” no se suelen hacer patentes de inmediato. Esto puede dificultar la labor de convencer a las empresas y los inversores de que existen ventajas financieras más allá de la simple mitigación del riesgo (ver The social transition).
Con todo, para Siddhartha Bhattacharyya, gestor de carteras sénior de compra y mantenimiento de crédito en Aviva Investors, es particularmente importante que los inversores que gestionan activos de clientes a largo plazo comprendan qué están haciendo las empresas e instituciones de cara al futuro.
“No sabemos dónde se situarán los márgenes dentro de 30 años”, aclara. “Cuando consideramos un bono universitario resulta sencillo: nos fijamos en sus inversiones científicas y de investigación, en sus planes de dotación y en qué invierten para obtener futuros beneficios. Sin embargo, al analizar una empresa, la tarea se complica, y sus iniciativas actuales a favor de las futuras generaciones mitigan nuestras inquietudes”.
La baronesa Shafik arguye que necesitamos un nuevo contrato social, uno centrado en crear más ganadores y en promover la innovación y la productividad. Si bien esto puede lograrse parcialmente mediante la regulación y el gasto público, el sector privado desempeña un importante papel, tanto en términos de inversión como de actividad económica.8
Las empresas pueden abordar las preocupaciones de movilidad social considerando lo básico: tratar bien a las personas no debería ser una idea revolucionaria
“Una forma obvia en que las empresas pueden abordar las preocupaciones de movilidad social es sencillamente considerar los conceptos básicos: dónde se instalan, a quién contratan, qué tipo de flexibilidad brindan a los trabajadores, qué apoyo se presta a los trabajadores de distintos orígenes, etc.; así como las cuestiones más fundamentales, como pagar un salario digno y entablar un diálogo constructivo con los trabajadores y sus representantes”, explica Sachdev. “No es algo complejo; tratar bien a las personas no debería ser una idea revolucionaria”.
Los Gobiernos y los inversores deberán incentivar este cambio de comportamiento, e invertir en la infraestructura y las capacidades de la mano de obra necesarias para reactivar las comunidades.
El estudio Levelling Up del Reino Unido reconoce el potencial de la inversión institucional para apoyar la infraestructura, la vivienda, la regeneración y la financiación de las pymes, poniendo como ejemplo el Plan de Pensiones del Gobierno Local: si se asignara tan solo el cinco por ciento de sus más de 330 000 millones de libras esterlinas de activos a proyectos locales, se generarían 16 000 millones de libras esterlinas en nuevas inversiones.9
Identificar oportunidades
El Centre for Cities ha establecido dos objetivos para la agenda de nivelación: mejorar el nivel de vida y ayudar a que cada lugar alcance su potencial de productividad.10 Para el director ejecutivo, Andrew Carter, esto creará múltiples oportunidades para los inversores. “Debemos identificar las características de los lugares más productivos y tratar de replicarlas en los lugares menos productivos”, afirma.
Los inversores, los desarrolladores y las empresas con más información ya buscan invertir y contribuir en una gama más amplia de lugares de los que consideraban anteriormente
Esto incluye mejorar capacidades, transportes e infraestructuras de comunicaciones, pero también los bienes inmuebles comerciales y los espacios públicos. “Los inversores, los desarrolladores y las empresas con más información ya buscan invertir y contribuir en relación con estas características en una gama más amplia de lugares de los que consideraban anteriormente”, añade Carter.
Ed Dixon, director de inversión responsable en activos inmobiliarios de Aviva Investors, señala que vincular la regeneración del centro de la ciudad y los bienes inmuebles con ingresos a largo plazo ha brindado oportunidades significativas en los últimos años.
“La colaboración entre autoridades locales e inversores a largo plazo puede beneficiarles a ambos y también a las comunidades en las que operan. Los arrendamientos de larga duración de bienes inmuebles hacen que resulte más rentable regenerar los centros de las ciudades en comparación con la financiación a corto plazo”, explica. “Con un renovado apetito de los inversores por la inversión de impacto basada en el lugar, podríamos ver un aumento del volumen de inversión de capital paciente mediante ingresos a largo plazo, lo que crearía enormes oportunidades para las autoridades locales y los inversores”.11
Conocer los riesgos
Pese a todo, existen riesgos, desde la gentrificación hasta la implementación con consecuencias indeseadas.
El sector político es posiblemente el área que presenta mayores riesgos, por lo que es de suma importancia que el diálogo con los Gobiernos prosiga a buen ritmo.Los incentivos políticos y económicos a corto plazo también deben coordinarse mejor con los objetivos a largo plazo, tanto para la transición como para pasar al siguiente nivel.
Los Gobiernos deben asegurarse de que la transición no se logre a costa de quienes menos pueden permitírsela
“A la gente le preocupa sobre todo la inflación y los precios de la energía”, añade Thomas Tayler, gestor sénior del Sustainable Finance Centre for Excellence de Aviva Investors. “Un economista del Banco Central Europeo afirmó recientemente que la inflación no debería ser un motivo para retrasar la transición, pero los Gobiernos deben intervenir y asegurarse de que la transición no se logre a costa de quienes menos pueden permitírsela”.12
“Cuando se trata de nivelar o abordar los impactos del cambio climático y la biodiversidad, la política debe adoptar una perspectiva integral y considerar todos los aspectos en conjunto”, afirma Tayler.