Reducir el daño causado por productos químicos peligrosos implica que las empresas químicas rindan cuentas a través de clasificaciones públicas.
Eugenie Mathieu explica cómo una iniciativa para destapar prácticas opacas de las empresas químicas y el compromiso de los inversores están desempeñando un papel clave a la hora de abordar la amenaza de los productos químicos peligrosos.
Lea este artículo para comprender:
- Por qué los productos químicos peligrosos constituyen un riesgo en aumento para la salud humana y el medio ambiente
- Cómo los inversores han contado con una visibilidad limitada de las actividades nocivas de las empresas químicas
- Por qué una nueva clasificación de los fabricantes de productos químicos más grandes del mundo y la acción de los inversores serán cruciales para el cambio
Desde equipos de cocina hasta productos contra incendios, desde ropa hasta dispositivos electrónicos y desde muebles hasta envases para alimentos: los compuestos químicos son un componente esencial de los productos que forman parte de nuestra vida diaria. Pero, aunque sus beneficios son innegables, los productos químicos tienen un lado oscuro que los fabricantes se han esforzado mucho por ocultar del dominio público durante décadas.
Según Eurostat, más del 70 por ciento de los productos químicos fabricados y utilizados en Europa son peligrosos para la salud de las personas o el medio ambiente1.
En los últimos años, varias sonadas demandas contra empresas como DuPont y Bayer-Monsanto han puesto de relieve que las sustancias químicas peligrosas se han convertido en un riesgo creciente para los fabricantes de productos químicos, sus inversores y los consumidores. De acuerdo con los analistas, los costes potenciales asociados a los litigios relacionados con las sustancias de perfluoroalquilo y polifluoroalquilo o PFAS (consulte debajo la explicación) podrían ascender a 40 000 millones de dólares estadounidenses2.
El problema: la falta de transparencia
Y, sin embargo, todavía hoy, el conocimiento de los inversores sobre qué empresas fabrican determinados productos químicos peligrosos, dónde y en qué cantidad es muy restringido. La normativa de la Unión Europea y EE. UU. exige que se faciliten informes mínimos, que abarcan únicamente una pequeña porción de los compuestos químicos peligrosos, y, a pesar de ello, en EE. UU. estos datos solo se publican una vez cada cuatro años. En el resto del mundo, apenas se exige la presentación de informes, lo que deja a los inversores y a otras partes interesadas en la casi total oscuridad.
Los costes medioambientales y sociales de los productos químicos peligrosos son incluso más graves. Según la Organización Mundial de la Salud, se perdieron dos millones de vidas y 53 millones de años de vida ajustados por discapacidad debido a la exposición a sustancias químicas peligrosas en 2019, en comparación con los 1,6 millones y los 43 millones, respectivamente, en 20163. Se trata además de un factor clave en la pérdida de biodiversidad.
La creciente presión regulatoria y de mercado para que se transite hacia productos químicos menos peligrosos es positiva, como refleja el Pacto Verde Europeo y la hoja de ruta de octubre de 2021 de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos donde se aborda el problema de las PFAS. No obstante, a pesar de esto, muchas empresas químicas mantienen su secretismo, lo que dificulta que los inversores entiendan plenamente el impacto que provocan en el medio ambiente o los riesgos legales y de reputación a los que se exponen.
Entre estas empresas, se incluyen incluso algunas con elevadas puntuaciones en materia de ESG, sostenibilidad o ética que, si bien constituyen un punto de partida útil para la evaluación, a menudo se basan en conocimientos insuficientes sobre este serio problema para sustanciar la toma de decisiones de los inversores.
A modo de ejemplo, es constante la presencia de Johnson Controls, un proveedor de soluciones para edificios inteligentes, en la lista de las empresas más éticas del mundo4 y ocupa el puesto 33 en la clasificación de los 100 mejores ciudadanos corporativos5. Sin embargo, fabrica aerosoles contra incendios con PFAS y ha contaminado cauces de agua locales en Wisconsin, hechos por los cuales la empresa ha sido objeto de una serie de demandas colectivas. En enero de 2021, los habitantes de la pequeña ciudad de Peshtigo, en Wisconsin, alcanzaron un acuerdo por valor de 17,5 millones de dólares con Tyco después de haber estado expuestos a sus productos químicos, mientras que, en marzo de 2022, el Departamento de Justicia de Wisconsin presentó una demanda civil de carácter medioambiental contra Johnson Controls y Tyco Fire Products por presuntas infracciones en materia de PFAS6.
Los inversores colocan miles de millones de dólares en el sector químico y juegan un papel decisivo a la hora de impulsar el cambio. Aviva Investors ha respaldado de forma crítica y emprendedora el trabajo que estamos realizando para mejorar la transparencia del sector y destaca entre los gestores de activos por su enérgico compromiso con las empresas químicas.
Tras la carta de los inversores, que Aviva Investors se encargó de coordinar en diciembre y que coincidió con el lanzamiento de ChemScore 2021, observamos un aumento considerable en el número de empresas que se comprometieron con ChemSec a divulgar datos. Ahora, más de la mitad de las empresas químicas clasificadas se comunican con ChemSec, incluidas BASF, Solvay, 3M y Lanxess, con el fin de entender qué cambios se necesitan para mejorar su puntuación.
La solución: ChemScore y la acción de los inversores
En 2020, en un intento por solventar la falta de transparencia y datos rigurosos en el sector, colaboramos estrechamente con ChemSec, una organización sueca independiente sin ánimo de lucro comprometida con el desarrollo de productos químicos sostenibles, mediante la difusión de conocimientos, colaboración y herramientas prácticas, en su desarrollo de la clasificación ChemScore.
ChemScore evalúa el esfuerzo de los 50 productores de productos químicos más grandes del mundo por reducir su huella química peligrosa y clasifica su rendimiento en cuatro categorías: la toxicidad de su cartera de productos; la investigación y el desarrollo de productos químicos no tóxicos; la gestión y la transparencia; y el número de controversias y escándalos en los que la empresa se ha visto implicada.
Se desarrolló para ofrecer a los inversores mejor información con la que evaluar qué empresas cuentan con estrategias sólidas de gestión de productos químicos y cuáles no. Además de permitir que los inversores realicen comparaciones más fundamentadas, lo cual es un elemento crucial a la hora de efectuar una inversión, también aportan datos esenciales sobre las áreas en las que los inversores deben centrar sus iniciativas de participación para animar a las empresas a combatir las malas prácticas.
Tras la primera clasificación de ChemScore, en 2021 colaboramos con cinco empresas (Bayer, Dow, LG Chem, Solvay y Umicore) con la idea de alentarlas a incrementar la transparencia en los informes sobre gestión de productos químicos peligrosos y a trabajar con ChemSec para mejorar su puntuación.
Aunque fue gratificante que tres de estas compañías iniciaran un diálogo con ChemSec, no se produjeron mejoras significativas en las puntuaciones de las empresas cuando se publicó la segunda clasificación en diciembre de 20217.
Esta clasificación mostró que 38 de las 50 empresas comercializan de manera activa productos más ecológicos y sostenibles en sus sitios web, pero ninguna facilita información pública sobre la producción mundial de químicos peligrosos. Solo cuatro de ellas han hecho públicos sus planes para eliminar gradualmente las sustancias químicas peligrosas existentes y todas las siguen produciendo a gran escala.
Como inversores, tenemos la responsabilidad de fomentar cambios positivos. Junto con Storebrand, el gestor de activos más grande de Noruega, reunimos un grupo de 23 inversores con un total combinado de 4,4 billones de dólares en activos bajo administración con el fin de escribir en diciembre de 2021 a estas 50 empresas químicas para solicitar información sobre los productos químicos peligrosos que se producen mundialmente, establecer objetivos para eliminar gradualmente las sustancias persistentes y las que requieren un "consentimiento informado previo"', y virar desde un modelo lineal de producción y uso a uno circular.
Este grupo inversor va a seguir colaborando con las empresas químicas sobre estas cuestiones. Nuestro plan para este año es liderar la participación con cinco de ellas. Aunque hay mucho trabajo por delante antes de que se aprecie un cambio real, las iniciativas como ChemScore desempeñan un papel determinante.
Los fabricantes de productos químicos no deberían engañarse sobre las consecuencias de su inacción: los inversores, armados con mejores datos y mayor transparencia, tomarán decisiones cada vez más fundamentadas acerca de dónde colocar el capital. Se debería recompensar a quienes lideren el cambio y los rezagados deberían ver incrementado su coste de capital.
Las PFAS: motivo de explicación
Las PFAS son un grupo de más de 4700 sustancias químicas artificiales (OCDE, 2018) que se utilizan en una gran variedad de productos de consumo y aplicaciones industriales por sus propiedades químicas y físicas únicas, tales como la repelencia al agua y al aceite, la resistencia química y la resistencia a la temperatura. Las PFAS se han utilizado en espumas contra incendios, revestimientos metálicos antiadherentes para sartenes, envases de papel para alimentos, cremas y cosméticos, textiles para muebles y prendas de exterior, pinturas y fotografía, cromados, pesticidas y productos farmacéuticos. De las relativamente pocas PFAS que se han estudiado a fondo, la mayoría de ellas se consideran entre moderadamente tóxicas y muy tóxicas, en particular para el desarrollo infantil.